Formación de Recursos ¿Humanos?


Las organizaciones, como entes vivos, se constituyen por diversos órganos; dirección general, finanzas, imagen, comunicación y contraloría, por citar algunos. De toda esta gama de espacios, hay uno que suele estar en el ojo del huracán, no solo por la trascendencia que tiene, sino porque de ahí emana mucha de la interacción con el activo más valioso que tienen las organizaciones: su gente.

Nos referimos al área de Recursos Humanos que, desde su nomenclatura, se presta totalmente para la polémica; por definición, un recurso es utilizable y desechable, entonces, ¿los miembros de un espacio laboral están en ese nivel? Afortunadamente ya encontramos empresas que se han percatado de esta sutileza y han bautizado al área como Factor Humano, que me parece más sensato, pues un factor puede ser un elemento de cambio.

Quienes asumen la responsabilidad de dirigir este espacio en las organizaciones debieran contar con un alto nivel de conocimientos, un amplio capital cultural y una gigantesca sensibilidad para empatizar con el otro, sin que esto signifique ir en contra de las directrices emanadas de la cúpula, no obstante, pareciera que en muchos espacios se busca a la persona menos sensata, con mayor grado de agresividad y con nulo sentido común.

Nadie puede poner en duda que, en ocasiones, se deben tomar decisiones difíciles que acaban por separar a un trabajador de su empleo; no se trata de solapar conductas que violenten las normas y reglamentos particulares, pero si se trata de hacerlo con argumentos, de manera humana, dejando claro el porqué de la decisión.

El gran problema radica en que desde los espacios de formación, entiéndase las universidades que imparten estos conocimientos, hace falta una visión más consistente con la realidad actual, en la que encontramos puntos de vista diversos, heterogéneos y ajustados a la transformación del mundo. El tema de derechos humanos debe ser prioritario y mucho ayudaría hacer conciencia en los nuevos profesionales de que, con las palabras adecuadas y los argumento correctos, podemos ejecutar cualquier medida sin que esto suponga un atentado a la dignidad del otro.

El humanismo, en su sentido más amplio, busca el bien común, la construcción de acuerdos y la interacción armónica en todos los ámbitos de colaboración; si desde los espacios educativos no perfilamos estas conductas, seguiremos teniendo funcionarios embriagados de poder que, bajo el amparo de su miseria humana, administran personal de formas francamente deleznables.

Una alternativa más, si en las escuelas no se enseña, el líder de la organización puede orientar los esfuerzos para que los responsables de esta vital área asuman sus deberes con toda firmeza desde una perspectiva más racional, comprometida y amable.

¿No resulta más positivo con el tiempo?


Dr. David Alejandro Díaz Méndez

Docente de Posgrado

Columnista: poderedomex.com


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